BSO Moon.
Cuando se cae la venda y todo choca con tus esquemas.
Entonces, escucharás esta canción y gritarás al mundo.
Entonces te descargarás y mirarás la Luna.
Ella te comprenderá.
~ Lúmalith
30.10.11
27.10.11
Nunca imaginé que las cosas simples son más difíciles de lo que parecen.
Oh, tú, amiga vigilante,
me privas del placer,
acotas mi camino,
tú que miras indiferente
cuando el dolor sonríe.
Oh, tú, amiga justiciera,
me recomiendas obligando,
bloqueas los miembros,
tú que prometes
cuando acabamos de empezar.
Oh, tú, amiga frívola,
me sostienes y estrangulas,
gritas y controlas,
tú que pareces dulce
tan sólo a larga duración.
Oh, tú,
sí, tú.
Hablaba de ti,
amiga Razón.
18.10.11
8.10.11
Siempre fue mi sueño el hecho de que naciéramos ancianos y muriésemos niños.
"Dice Rubén que quiere la eternidad, que pelea por esa memoria de los hombres para un siglo, o dos, o veinte. Y yo pienso que esa eternidad no es más que una prolongación, menguada y pobre, de nuestra existencia."
- Jaime Sabines.
Nacemos. Apenas tenemos dientes y nos duelen todas las articulaciones que conocemos. Cosas como demencia senil, alzheimer o dolor de próstata son nuestro pan de cada día. El pelo se nos cae y es de un color blanco enfermizo...
Pero pasan los años, y todo cobra mejor sentido.
Lo que veíamos borroso, lo vemos claro. El dolor de próstata se queda en un basto recuerdo y los alimentos que no podíamos comer por el azúcar vuelven a deleitarnos el paladar. Ayer tenía 65 años, hoy cumplí 64.
Llegó la hora, no todo podía ser vacaciones: nos toca trabajar. Trabajar en algo que nos gusta. Y miramos al futuro convenciéndonos de que tendrá recompensa.
Las arrugas se convierten en pequeñas patas de gallo y, a su vez, éstas... desaparecen.
Hacemos viajes, besamos a nuestra pareja, salimos con nuestros amigos. Cada vez la vida tiene más luz y nos reímos más a menudo.
Cuando pasamos de los 35, nuestros horizontes cambian. El trabajo nos gusta más, tenemos más vitalidad y más ilusiones en nuestro futuro. Y cuando cumplimos los 33, la casa está recién comprada y acabamos de ser papás. Los dolores y las preocupaciones vitales se quedaron en nuestro pasado anciano.
A los 24 dejamos de trabajar para hacer el proyecto Fin de Carrera. Decimos adiós a nuestros años laborales para pasar a la vida de estudiante, ¡Qué gozada!
Conocemos a muchísimas personas distintas, de distintos modos de hablar, de pensar y de reir. Conocemos a ELLA o a ÉL, que nos ha acompañado el resto del pasado, pero siempre es un placer vivir el primer encuentro, la primera mirada, el primer "Te quiero", el primer viaje solos los dos, la primera vez que hacemos el amor.
Los años de Universidad pasan volando, pero con una intensidad impresionante. Guardamos el número y el correo de amigos con los que manteníamos el contacto en la adultez y miramos a la adolescencia con picardía.
Nuestro 18 cumpleaños. El cumpleaños más memorado de toda nuestra vida: pasamos de ser mayores de edad a ser menores. Cuando soplamos las velas de la tarta, todas las responsabilidades que hemos tenido se evaporan para dar paso a nuestra flor de vida: la dulce y difícil adolescencia.
Es increíble notar las hormonas revolucionadas, risas tontas por cualquier motivo, enfados con el mundo entero, locuras de amor. Te salen granitos, el pelo está más brillante que nunca y miras a las personas del sexo opuesto con vergüenza.
La adolescencia también es la edad de los mejores amigos. Papá y mamá son seres que quieren ir en contra tuya, pero a los que quieres con locura. Los hermanos mayores son chinches continuas y los pequeños, incordios con patas.
Llegó de nuevo el día de cumplir añitos. Esta vez es el 14 cumpleaños: 20 de Noviembre, ¡noche de cine con los amigos del instituto! Se estrena Harry Potter y reserváis una fila entera en la Sala 1 del cine de la ciudad. Risas tontas, tonteos con los chicos, fotos en la máquina del Fotomatón. Hoy, además, ÉL te ha invitado a palomitas, ¡no puede haber una noche más perfecta!
Otra de las fechas a recordar es el 24 de Junio de 1º de la ESO: Fiesta de Graduación! Fiesta en el patio del instituto para decir adiós a nuestra alocada adolescencia y saludar a la tierna infancia.
Pasamos al patio del recreo de un Colegio cerquita de casa. Los 30 minutos que dura nos lo pasamos corriendo de punta a punta del centro jugando al escondite, pilla pilla, gallinita ciega, las casitas, los power rangers, las princesas y los dragones. Cuando llegamos a clase, sudados y con alguna que otra herida de guerra, nos toca Plástica: dibujar un coche y rellenarlo de algodón como regalo del Día del Padre. Y al toque de la sirena de la escuela, cogemos la mochilita y salimos corriendo al encuentro de Papá o Mamá. Orgullosos, le enseñamos nuestra manualidad y más orgullosos áun vemos cómo la pone colgando en el espejo retrovisor del coche.
Llega la Navidad y tenemos 10 añitos. Cenamos pollo con salsa naranja hecho por mamá y nos dejamos besuquear por los titos, primos, abuelos y vecinos que comparten la Navidad con nosotros en el salón de casa. Al terminar la cena, nos escondemos todos en la cocina y cantamos villancicos para que venga Papá Noel a dejar regalitos en el árbol de Navidad. Cuando volvemos y vemos 20 cajas con papel de envolver de colores, de las cuales 3 ponen nuestro nombre, nos entra la felicidad más grande que puede haber. Este año: un peluche, un traje de astronauta y un cuento.
Un martes cualquiera, Papá y Mamá me dicen una sorpresa ¡Vamos a ir todos los primos juntos a un parque acuático!
Pese a no saber nadar, este día se convierte en uno de los mejores. Tragamos agua a mansalva, pero aprendemos a tirarnos de bomba en la piscina y de los toboganes gigantes con nuestro primo mayor. Pasamos todo el día en el agua y, a la hora de vestirse para irnos, regateamos unos minutitos más con Papá. Terminamos arrugados como una pasa por estar todo el día metido en las piscinas, y nos quedamos dormidos en el coche volviendo a casa.
Cumplimos 7,6,5 y 4 añitos, y nuestro mundo se hace más pequeño, más iluso y más divertido. Decimos menos palabras que antes, pero las que decimos, son más útiles. Papá y Mamá son las personas más sabias del mundo, junto con la Seño del colegio. Podemos estar horas y horas jugando con el mismo juguete sin cansarnos y nos imaginamos que vivimos en una selva llena de animalitos, de los cuales uno somos nosotros (preferiblemente el León o el Tigre).
Miramos hacia delante, y nos queda poco para terminar este Libro de Vida. Jugamos 18 horas al días y las otras restantes las pasamos comiendo o durmiendo. Nos hacemos pequeñitos, nuestros movimientos se vuelven poco precisos y nuestros pensamientos simples.
Y llegó. El 20 de Noviembre de nuestro año de nacimiento. Decimos adiós a una vida llena de alegrías, tristezas, enfados y risas. Siendo bebés, desnudos ante el mundo, decimos adiós a la vida de la mejor forma posible: en el vientre de nuestra madre, protegidos del mundo, calentitos, en silencio. Notamos como nuestro cuerpo empieza a perder células, sin darnos cuenta.
El corazón deja de latir, nos fundimos en un plácido sueño.
Y el último suspiro que le damos al mundo, 9 meses más tarde de nuestro nacimiento, es el plácido orgasmo de nuestros padres.
FIN.
Lúmalith
- Jaime Sabines.
Nacemos. Apenas tenemos dientes y nos duelen todas las articulaciones que conocemos. Cosas como demencia senil, alzheimer o dolor de próstata son nuestro pan de cada día. El pelo se nos cae y es de un color blanco enfermizo...
Pero pasan los años, y todo cobra mejor sentido.
Lo que veíamos borroso, lo vemos claro. El dolor de próstata se queda en un basto recuerdo y los alimentos que no podíamos comer por el azúcar vuelven a deleitarnos el paladar. Ayer tenía 65 años, hoy cumplí 64.
Llegó la hora, no todo podía ser vacaciones: nos toca trabajar. Trabajar en algo que nos gusta. Y miramos al futuro convenciéndonos de que tendrá recompensa.
Las arrugas se convierten en pequeñas patas de gallo y, a su vez, éstas... desaparecen.
Hacemos viajes, besamos a nuestra pareja, salimos con nuestros amigos. Cada vez la vida tiene más luz y nos reímos más a menudo.
Cuando pasamos de los 35, nuestros horizontes cambian. El trabajo nos gusta más, tenemos más vitalidad y más ilusiones en nuestro futuro. Y cuando cumplimos los 33, la casa está recién comprada y acabamos de ser papás. Los dolores y las preocupaciones vitales se quedaron en nuestro pasado anciano.
A los 24 dejamos de trabajar para hacer el proyecto Fin de Carrera. Decimos adiós a nuestros años laborales para pasar a la vida de estudiante, ¡Qué gozada!
Conocemos a muchísimas personas distintas, de distintos modos de hablar, de pensar y de reir. Conocemos a ELLA o a ÉL, que nos ha acompañado el resto del pasado, pero siempre es un placer vivir el primer encuentro, la primera mirada, el primer "Te quiero", el primer viaje solos los dos, la primera vez que hacemos el amor.
Los años de Universidad pasan volando, pero con una intensidad impresionante. Guardamos el número y el correo de amigos con los que manteníamos el contacto en la adultez y miramos a la adolescencia con picardía.
Nuestro 18 cumpleaños. El cumpleaños más memorado de toda nuestra vida: pasamos de ser mayores de edad a ser menores. Cuando soplamos las velas de la tarta, todas las responsabilidades que hemos tenido se evaporan para dar paso a nuestra flor de vida: la dulce y difícil adolescencia.
Es increíble notar las hormonas revolucionadas, risas tontas por cualquier motivo, enfados con el mundo entero, locuras de amor. Te salen granitos, el pelo está más brillante que nunca y miras a las personas del sexo opuesto con vergüenza.
La adolescencia también es la edad de los mejores amigos. Papá y mamá son seres que quieren ir en contra tuya, pero a los que quieres con locura. Los hermanos mayores son chinches continuas y los pequeños, incordios con patas.
Llegó de nuevo el día de cumplir añitos. Esta vez es el 14 cumpleaños: 20 de Noviembre, ¡noche de cine con los amigos del instituto! Se estrena Harry Potter y reserváis una fila entera en la Sala 1 del cine de la ciudad. Risas tontas, tonteos con los chicos, fotos en la máquina del Fotomatón. Hoy, además, ÉL te ha invitado a palomitas, ¡no puede haber una noche más perfecta!
Otra de las fechas a recordar es el 24 de Junio de 1º de la ESO: Fiesta de Graduación! Fiesta en el patio del instituto para decir adiós a nuestra alocada adolescencia y saludar a la tierna infancia.
Pasamos al patio del recreo de un Colegio cerquita de casa. Los 30 minutos que dura nos lo pasamos corriendo de punta a punta del centro jugando al escondite, pilla pilla, gallinita ciega, las casitas, los power rangers, las princesas y los dragones. Cuando llegamos a clase, sudados y con alguna que otra herida de guerra, nos toca Plástica: dibujar un coche y rellenarlo de algodón como regalo del Día del Padre. Y al toque de la sirena de la escuela, cogemos la mochilita y salimos corriendo al encuentro de Papá o Mamá. Orgullosos, le enseñamos nuestra manualidad y más orgullosos áun vemos cómo la pone colgando en el espejo retrovisor del coche.
Llega la Navidad y tenemos 10 añitos. Cenamos pollo con salsa naranja hecho por mamá y nos dejamos besuquear por los titos, primos, abuelos y vecinos que comparten la Navidad con nosotros en el salón de casa. Al terminar la cena, nos escondemos todos en la cocina y cantamos villancicos para que venga Papá Noel a dejar regalitos en el árbol de Navidad. Cuando volvemos y vemos 20 cajas con papel de envolver de colores, de las cuales 3 ponen nuestro nombre, nos entra la felicidad más grande que puede haber. Este año: un peluche, un traje de astronauta y un cuento.
Un martes cualquiera, Papá y Mamá me dicen una sorpresa ¡Vamos a ir todos los primos juntos a un parque acuático!
Pese a no saber nadar, este día se convierte en uno de los mejores. Tragamos agua a mansalva, pero aprendemos a tirarnos de bomba en la piscina y de los toboganes gigantes con nuestro primo mayor. Pasamos todo el día en el agua y, a la hora de vestirse para irnos, regateamos unos minutitos más con Papá. Terminamos arrugados como una pasa por estar todo el día metido en las piscinas, y nos quedamos dormidos en el coche volviendo a casa.
Cumplimos 7,6,5 y 4 añitos, y nuestro mundo se hace más pequeño, más iluso y más divertido. Decimos menos palabras que antes, pero las que decimos, son más útiles. Papá y Mamá son las personas más sabias del mundo, junto con la Seño del colegio. Podemos estar horas y horas jugando con el mismo juguete sin cansarnos y nos imaginamos que vivimos en una selva llena de animalitos, de los cuales uno somos nosotros (preferiblemente el León o el Tigre).
Miramos hacia delante, y nos queda poco para terminar este Libro de Vida. Jugamos 18 horas al días y las otras restantes las pasamos comiendo o durmiendo. Nos hacemos pequeñitos, nuestros movimientos se vuelven poco precisos y nuestros pensamientos simples.
Y llegó. El 20 de Noviembre de nuestro año de nacimiento. Decimos adiós a una vida llena de alegrías, tristezas, enfados y risas. Siendo bebés, desnudos ante el mundo, decimos adiós a la vida de la mejor forma posible: en el vientre de nuestra madre, protegidos del mundo, calentitos, en silencio. Notamos como nuestro cuerpo empieza a perder células, sin darnos cuenta.
El corazón deja de latir, nos fundimos en un plácido sueño.
Y el último suspiro que le damos al mundo, 9 meses más tarde de nuestro nacimiento, es el plácido orgasmo de nuestros padres.
FIN.
Lúmalith
Jaime Sabines, gran poeta.
"Después de todo -pero después de todo-
sólo se trata de acostarse juntos,
se trata de la carne,
de los cuerpos desnudos,
lámpara de la muerte en el mundo.
Gloria degollada, sobreviviente
del tiempo sordomudo,
mezquina paga de los que mueren juntos.
A la miseria del placer, eternidad,
condenaste la búsqueda, al injusto
fracaso encadenaste sed,
clavaste el corazón a un muro.
Se trata de mi cuerpo al que bendigo,
contra el que lucho,
el que ha de darme todo
en un silencio robusto
y el que se muere y mata a menudo.
Soledad, márcame con tu pie desnudo,
aprieta mi corazón como las uvas
y lléname la boca con su licor maduro."
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